Gabriela Mistral, la icónica poetisa chilena, se destacó por su devoción a la maternidad en todas sus formas. Mistral vivió y promovió la maternidad de manera intensa y apasionada.
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En 1922, el gobierno mexicano la invitó a participar en una revolución campesina exitosa, a pesar de no haber publicado ningún libro hasta ese momento. Esto refleja el profundo respeto que se le tenía. Además, se le pidió que ayudara a incorporar a las mujeres en el proceso de cambio, lo que la llevó a crear “Lecturas para mujeres”, donde expresó su creencia de que la maternidad era el único sentido existencial para las mujeres.
Mistral creía que ser madre era una parte esencial de la experiencia femenina, arraigada en la naturaleza y lo sagrado. Asociaba la maternidad con la diosa de la fertilidad y la naturaleza.
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Poemas de las Madres
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“Fíjate, chiquito, me mandaron cartas de Chile atacándome por la franqueza de tus dibujos, pero yo les contesté: ‘Ustedes me atacaron cuando salieron los poemas primero y ahora atacan nuevamente los dibujos; eso quiere decir que las ilustraciones están de acuerdo con mis poemas'”.
Gabriela Mistral. Poemas de las madres. Santiago: Ediciones Biblioteca Nacional, 2015, p. 99
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Gabriela Mistral vivió en la ciudad de Temuco por alrededor de un año. Allí, entre 1920 y 1921, se desempeñó como directora de la Escuela de niñas, hoy conocida como Liceo Gabriela Mistral. Durante su residencia en la ciudad escribió el conjunto de poemas en prosa titulado “Poemas de las madres”, que posteriormente se convirtió en un segmento de Desolación (1922).
Según Hernán del Solar Aspillaga (1901-1985), Mistral tuvo la idea de escribir estos poemas una tarde en una calle de Temuco, tras presenciar la violencia verbal padecida por una mujer embarazada. En palabras de Mistral:
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“Vi a una mujer del pueblo sentada a la puerta de su rancho. Estaba próxima a la maternidad. Pasó delante de ella un hombre y le dijo una frase brutal, que la hizo enrojecer”
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Esta escena, provocó en Gabriela tal desazón y amargura, que respondió con la única arma que disponía: sus versos.
“Yo sentí en ese momento toda la solidaridad del sexo, la infinita piedad de la mujer, y me alejé pensando: Es una de nosotras quien debe decir (ya que los hombres no lo han dicho) la santidad de ese estado doloroso y divino”. Si la misión del arte es embellecerlo todo, en una inmensa misericordia, ¿por qué no hemos purificado, a los ojos de los impuros, esto?”
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El libro “Poemas de las madres” no fue inicialmente concebido como una publicación individual por Gabriela Mistral, sino como parte de un proyecto más amplio. Sin embargo, en 1950, fue editado de manera independiente por la Editorial del Pacífico, acompañado por 63 grabados del artista rumano radicado en Estados Unidos, André Racz.
Racz conoció los poemas de Mistral gracias a su esposa, la soprano chilena Teresa Orrego Salas, con quien contrajo matrimonio mientras vivían en Nueva York. El artista comenzó a crear una serie de dibujos sobre la maternidad mientras Teresa esperaba su primer hijo, lo que resultó en el conjunto de grabados titulado “Mother and Child”.
André Racz se acercó a Gabriela Mistral en busca de un prólogo para su serie de grabados y la inclusión de algunos poemas de su obra “Desolación”. Mistral aceptó la propuesta y, aunque el portafolio de Racz nunca se realizó, esta idea evolucionó hacia la publicación de “Poemas de las madres”. El libro se imprimió en Chile en 1950, con una tirada de 2,000 ejemplares, y 100 de ellos incluyeron un grabado original firmado por el artista.
La recepción del libro fue diversa en la prensa chilena de la época. Algunos críticos destacaron el contraste entre los poemas de Mistral y los dibujos de Racz, mientras que otros elogiaron la convergencia de ambas representaciones de la maternidad.
A pesar de que “Poemas de las madres” no fue una publicación planeada por Mistral, se convirtió en una obra destacada entre la poesía y los grabados. Esta colaboración artística se basó en una relación amistosa a distancia y se materializó en una publicación que sigue siendo relevante hasta hoy.
Poema a las madres lo puedes leer en el enlace a continuación:
http://www.memoriachilena.gob.cl/archivos2/pdfs/MC0070059.pdf
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Yin Yin
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Aunque Mistral deseaba ser madre biológica, nunca siguió el camino tradicional del matrimonio con un hombre. Tenía una visión crítica de los hombres y consideraba que el matrimonio a menudo sometía a las mujeres. En lugar de eso, vivió una vida independiente y dedicó su amor maternal a su sobrino adoptivo, Juan Miguel Godoy.
Durante su residencia en Francia,1925, un hecho cambiaría de manera radical la vida de Gabriela Mistral: la llegada a su casa de un niño de meses, nacido en España, cuya madre había fallecido y que su padre propuso entregarle para su crianza. Gabriela aceptó hacerse cargo del niño con la condición de que nunca lo reclamaría en el futuro, y junto con Palma Guillén se transforman en dos madres para el pequeño Juan Miguel, Yin-Yin.
Años más tarde, refugiados en Brasil durante la Segunda Guerra, Juan Miguel reveló un carácter cambiante e irascible. Las crisis propias de la adolescencia se sumaron a un fuerte desarraigo cultural. Pese a contar con un entorno privilegiado al ser el hijo de una diplomática, Yin Yin nunca logró adaptarse a la vida en Brasil. Según los relatos de Gabriela Mistral, habría sido acosado por sus compañeros de colegio y habría tenido problemas con algunos simpatizantes nazis.
El 14 de agosto de 1943, a los 18 años de edad, Yin Yin se suicidó ingiriendo arsénico. Al suicidarse, dejó una tímida nota:
«Querida mamá, creo que mejor hago en abandonar las cosas como están. No he sabido vencer. Espero que en otro mundo exista más felicidad».
Yin Yin, 1943.
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La muerte de Yin Yin generó un golpe brutal en el ánimo de Gabriela Mistral, que estuvo una semana en estado de shock.
”Nadie podrá entender mi espanto de hallarme a mi Yin Yin agonizando de arsénico. Nada, nada me había preparado para este golpazo. Y nada hubiera podido prepararme”.
Gabriela Mistral, Cuaderno de Petrópolis (1941-1945).
Y en una carta a Eduardo Frei Montalva, le confesó:
“Ay, amigo mío, de este destrozo íntimo yo no podré rehacerme: él era el aroma y, sin metáfora, la llama dulce de mi vida”.
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Gabriela Mistral nunca creyó en el suicidio de Juan Miguel. Afirmó siempre “Me mataron a mi hijo”, aunque el informe médico señalaba lo contrario. Su dolor no tuvo límites, como lo demuestran las oraciones que escribió para que se rezara por él:
”Mi pensamiento va a buscarte, niñito mío; él hace camino por encontrarte y quedar contigo
Es mi amor el que va en busca tuya; es la fidelidad de mi amor, chiquito mío
Mi espíritu desea quedarse contigo mientras mi cuerpo duerme,
Por abrazarte, por acariciarte, por sentirte y hacerte una larga compañía.”
Gabriela Mistral. Cuaderno 119 (manuscrito) pp. 53-54
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Gabriela Mistral y Yin Yin adolescente
Los restos de Yin Yin, serían repatriados desde Brasil el año 2005 a Chile y colocados junto a los de su mamá Gabriela. Su tumba se encuentra actualmente en Montegrande, Coquimbo.
Gabriela Mistral vivió una vida dedicada a la maternidad en todas sus formas: como madre de Yin Yin y como madre cultural, como poeta y feminista, desafiando las convenciones de su tiempo al no seguir el camino del matrimonio tradicional. Mistral también fue una madre espiritual, influyendo en la vida de sus alumnos y promoviendo la justicia para los niños y niñas necesitados. Su pedagogía y participación política se basaron en su profundo amor por los niños y su deseo de protegerlos. Su legado sigue siendo fuente de inspiración para quienes valoran la maternidad y la igualdad de género.
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